Del fraude de las pensiones: de Bismarck a la actualidad.

En 1889, el canciller alemán, Otto Von Bismarck crea el sistema de pensiones público. Muchos observan en este hito histórico un logro social de dimensiones gigantescas, tanto es así, que la mayoría de países tienen un esquema similar para el retiro. Lo que no cuentan la mayoría es que Bismarck fijó la edad de jubilación en 70 años (no en 65 como cuenta el mito de que era la edad de Bismarck) cuando la esperanza de vida era de 35 años para los hombres y 38 para las mujeres. Este contraste entre edad de jubilación y esperanza de vida hizo financiable unas pensiones públicas, pensiones que sólo iban dirigidas a las capas altas de la sociedad alemana, las únicas capaces de poder alcanzar tal edad. 

Las pensiones públicas, por tanto, tienen tres factores fundamentales: el número de trabajadores, el número de pensionistas, la esperanza de vida. Otro de los grandes logros que se venden es la universalización de las pensiones del PSOE en los ochenta. Lo que tampoco se cuenta es que en aquel momento el número de pensionistas era entre 5 y 6 millones, la esperanza de vida de 78 años y el número de trabajadores estaba entre 10 y 12 millones (ratio trabajadores-pensionista mayor que 2). Incluso hay que añadir que la universalización en ningún caso es un logro, porque permite el acceso por igual a lo público de ricos y pobres, lo cual, en un sistema ideal sólo debería verse limitado a estos últimos.

PensionesTotal[1]

Hoy tenemos 9,2 millones de pensionistas y sólo 16,3 millones de trabajadores. La esperanza de vida es de 83 años. Todos estos factores sacan a relucir lo que es en verdad el sistema público: una estafa que sólo funciona cuando hay muchos más trabajadores que pensionistas. El problema que tenemos ahora no es por culpa de los pensionistas, es por culpa de los responsables políticos que han avalado y alimentado este sistema, estafa que tiene proporciones mucho más grande que la de las preferentes.

Los baby-boomers van a ser trabajadores que a lo largo de toda su vida laboral han pagado un tercio de su salario a la Seguridad Social, y que, pese a ello, van a obtener una pensión inferior de lo que contribuyeron. Porque con la caída del sistema de pensiones van a ver mermada su capacidad adquisitiva de forma directa (con el recorte de su pensión) o indirecta (vía inflación).

Cuando la jubilación esté en 67 años y manteniendo la esperanza de vida, cada pensionista va a recibir de media 15 años de jubilación. Por contra, todo lo que le han estafado a lo largo de su vida laboral, en el caso de un trabajador de 40 años, es entre 20 y 30 años de salario actualizado.

Lo triste de todo es que aunque el sistema necesita drásticas reformas, ningún gobierno las va a acometer. Seguirán con el palo y la zanahoria, con unas pensiones que serán más paupérrimas que las de ahora. Porque como sucede en el país bolivariano, al trabajador venezolano al que subían un 30% del salario perdía poder adquisitivo de manera inmediata vía inflación del 50%. Y ese, y no otro, es el verdadero futuro de las pensiones.

Abogado y economista en potencia por la URJC. Algo protestante y algo liberal. Sígueme en @Arranzz.

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